Puede que el desayuno y la merienda sean mis comidas preferidas del día. Ahora que lo pienso, también habría que añadir el "algo" que te tomas a media mañana: el almuerzo o, como yo digo, el "redesayuno". Cuando era pequeña hacía hasta "recena", vamos, que hacía más comidas dulces que saladas. De hecho siempre he pensado que eso de merendar era parecido a lo del vino: de pequeño meriendas y no te gusta nada el vino y a medida que creces, te empieza a gustar el vino y dejas de merendar. Yo sigo merendando y todavía no le veo la gracia al vino, ni ganas que tengo. Me imagino a los 40 haciendo los viajes estos por el campo y por las casas rurales que se han puesto de moda con catas de vino, pero en lugar de andar de barrica en barrica o de botella en botella, abriendo el bolso para probar el croissant o el bollo de chocolate de la bollería de enfrente que habré tenido que comprar "de extrangis" para no parecer la rara del grupo.
La verdad es que aquí no se le da la importancia al desayuno y a la merienda que se le da en otros países. Por un lado me alegro, porque si tuviese que desayunar los "beans" de los ingleses creo que no me levantaría por las mañanas; pero por otro lado nos perdemos infinidad de bollos, pastas, galletas, etc. Además ¿no se supone que el desayuno es la comida más importante del día? Pues habrá que aprovechar. De hecho yo tengo una teoría: todo lo que se come antes de la hora de comer, se quema a lo largo del día. Y si me apuras, ¿no es mejor merendar algo dulce a las 7 que cebarse a pasta a las 10?
Para hacer justicia a la institución del desayuno, además de las galletas y los bizcochos, hay que adentrarse en el mundo de la bollería. La mayoría de la gente parece tenerle miedo a este tipo de recetas, pero una vez has probado una o dos, no hay marcha atrás: la bollería en casa no es difícil y si encuentras las recetas apropiadas, está mucho mejor que la de la mayoría de las pastelerías. Mi fuente de inspiración en el mundo de la bollería es Pepinho, que escribe este blog, que sigo desde hace años. Tiene infinidad de recetas de bollos (y de muchos otros postres) y hasta ahora todos los que he probado han sido un éxito, incluidos los croissants, el roscón de reyes y estos "Chelsea buns", que son de lo mejorcito que he probado.
Están tan buenos que no son ni de desayuno ni de merienda, son de cuando te los encuentras. Además estos bollos no se prueban, se devoran. Los puedes hacer a las 5 de la tarde el día de navidad después de la cena del 24 y la comilona del 25, que a medida que empiezas a notar el olorcillo que sale del horno te entran ganas de probarlos y es que recién salidos del horno deben ser el octavo pecado capital. Cuando los sacas no te puedes resistir a probarlos y piensas: venga, corto una esquinita de uno de los rollos para ver si han salido bien y lo dejo. Pues bien, cortas esa esquinita, la contraria y las otras dos, el centro y si me apuras te pasas al rollo siguiente sin darte cuenta. Además se pueden hacer al gusto del consumidor variando el relleno, aunque a mí me parece que las pasas le dan más sabor a todo el bollo (yo las empapo en ron antes para que estén más jugosas y sabrosas)- de hecho sé de una a la que no le gustan las pasas, pero en lugar de coger los rollos sin pasas, coge los que las llevan y las quita...
Sin más os dejo la receta.
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