Dentro de los objetivos del blog estaba el empezar a cocinar "comida de verdad" (una no puede vivir a base de galletas y tartas, o más bien no debe) y a documentar mis intentos. Hacer, voy haciendo cosas; la mayor dificultad es el sacar fotos antes de que se enfríe el plato en cuestión o incluso el acordarme de que tengo que hacer fotos cuando el hambre apremia. La verdad es que la gente que hace ésto, o tiene mucha más paciencia que yo, o un gusto por la comida templadita tirando a fría. En cualquier caso, tienen mucho mérito. Puede que por eso el primer post salado sea una medio trampa (un bocadillo) y que la foto no sea muy atractiva, pero para eso está la estilista de la página web de Jamie Oliver.
Este bocadillo, las patatas y la ensalada de remolacha que lo acompañan están basados en uno de los "30 Minute meals" de Jamie Oliver, el último programa del cocinero inglés en el que hace comidas completas, es decir, 3 platos por lo menos, en 30 minutos. A pesar de que cada vez que le ve mi abuela siempre dice: " madre mía este chico qué guarro es! no se lava las manos, lo toca todo..." a mí siempre me ha gustado y aunque este último programa no parece de lo más realista porque yo, ni tengo las 4 manos que él parece tener, ni el duendecillo que se debe encargar de limpiarle la cocina después de que la arrase, aún así me da ideas para hacer cosas más rápidamente. Ejemplo número uno: las patatas que corté en trozos pequeños, cocí en la misma sartén en la que, tras escurrirlas las salteé. Al cortarlas pequeñas consigues cocinarlas rápidamente y al hacer el combo cocción-salteado con poco aceite, quedan blanditas por dentro y con zonas doradas por fuera. Si a ésto le sumas unos dientes de ajo el resultado son unas patatas sabrosas y rápidas de hacer, así que una vez más: gracias Jamie.
La ensalada de remolacha es muy sencilla y lo bueno es que se puede hacer con ingredientes que cualquiera puede tener en la nevera. En el perrito en lugar de poner el "horseradish sauce" que pone él, puse mostaza y entre la mostaza, la salsa de pimientos, el aceite de los pimientos y los jugos de la carne queda un bocadillo muy sabroso. El toque final fue usar una barra del pain quotidien que no tiene nada que ver con la mayoría de las barras que encuentras en las panaderías normales y corrientes. La costra es crujiente, tiene algo más de sal y la miga es más contundente, lo cual viene bien para un bocadillo con salsas, aunque sea de lo poco que una se pueda permitir en el lugar de las tartaletas a 5 euros.
Por cierto, la cena: revuelto de las patatas que sobraron machacadas, con queso cheddar rayado y lo que sobró de la ensalada de remolacha . Vamos que el menú del bocadillo gourmet da mucho de sí.
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