El blog nuevo nuevo no es, pero por si a alguien le interesa seguir mis andanzas en la cocina, ahora me podéis encontrar aquí
Si en cambio lo que queréis es ver cómo va la aventura de los talleres Kinfolk, mi hermana y yo hemos creado esta página de facebook en la cual colgamos fotos de talleres que ya hemos hecho y anunciamos los que vendrán. Ahora estamos preparando el taller de este sábado en el que aprenderemos a hacer productos de limpieza con ingredientes naturales, además de merendar (obviamente).
Os dejo unas fotos preciosas que hizo Mònica Bedmar durante el taller de flores de abril. Si queréis ver más, pinchad aquí
Elena y yo llevamos guardando un secreto un par de semanas, pero ya por fin ha salido a la luz. La revista Kinfolk, con la que llevamos babeando desde que salió ha decidido organizar una serie de talleres con distintas temáticas cada mes. Hasta ahí todo claro. Pues bien, los encargados de organizar estos talleres en distintos países somos una serie de anfitriones voluntarios que un día decidimos mandar un mail pensando que nadie contestaría. No solo fue contestado, sino que pasamos a ser "hosts" como lo llaman ellos.
Esto básicamente se traduce en que organizaremos, en Madrid algunos de los workshops que tiene planeados Kinfolk para este año. Como no podía ser de otra manera, el primero va de exactamente lo que me gusta a mí: hacer bizcochos, galletas y tartas con harinas integrales.
No os quiero contar muchos secretos que se irán desvelando, pero sí os dejo con el link en el que podéis ver quiénes participamos y, si os animáis, comprar una entrada.
Hoy en vez de hacer lo mismo de siempre: rollo y receta voy a poner tres vídeos de gente a la que me gustaría parecerme: gente que ha dejado el camino marcado de baldosas amarillas para dedicarse a hacer lo que más les gusta en la vida y que creyeron que tenían una nueva (o no tan nueva, pero mejor) forma de hacer las cosas.
TARTINE: El pan convertido en religión - ya me he comprado el libro pero me reservo el aprendizaje para otoño porque con este calor sube el pan y me derrito yo....
FOUR AND TWENTY BLACKBIRDS: Dos hermanas de Dakota que sacaron la caja de recetas de su abuela y se dedican a hacer pies en Brooklyn.
@Elena ¿te apuntas?
THE MAST BROTHERS: Otra vez, dos hermanos, con unas barbas medio pelirrojas de lo más retro y un look bibliotecario chic que lo han dejado todo por hacer lo que llaman "bean-to-bar" chocolate, es decir, que compran las pepitas de cacao (o como se diga "cacao beans") a granjeros de países latinoamericanos, se las llevan para Brooklyn (si si, todos están en Brooklyn) y hacen chocolate que envuelven en los papeles más monos del mundo.
@Elena: no nos depilamos un par de meses y...¿te apuntas?
Pensándolo bien...¡prefiero no esperar a ser tan mayor para ser así! Y mientras tanto..habrá que visitar Brooklyn porque allí en vez de vips y zaras en cada esquina debe haber tiendecitas de estas con una historia que contar, y que yo quiero escuchar.
Llevo un año detrás de una leyenda urbana, o más bien dos: conseguir hacer un gofre como Dios manda y hacerlo con LA GOFRERA DE LOS 8 EUROS DEL LIDL, o más bien del lidl factory (sí, aunque parezca increíble hasta el lidl tiene factory....maravillas del extrarradio....)
La leyenda empezó el año pasado, más o menos a estas alturas cuando oí que alguien había encontrado, en el lidl factory de Parla, una gofrera por 8 euros... Desde entonces la gofrera aparecía en todas mis conversaciones: ¿qué tal has dormido? bien, he soñado con una gofrera. ¿Qué vas a hacer esta tarde? buscar la gofrera, y así sucesivamente. Ahora que por fin la he conseguido, (¡mierda! ya he estropeado el final de la historia...) no entiendo la fascinación que producía en mi un aparato que en el fondo no es más que una sandwichera con pinchos. ¿Prueba de lo caprichosa que soy? Puede...pero ¿no te apetecen más las cosas que no tienes y que encima ves que te va a costar conseguir? Pues eso me pasa a mi hasta con la sandwichera con pinchos.
Un día mi jefe casi me da la alegría de mi vida. Como hasta él me había oído que si gofrera por aquí, gofrera por allá y, puede que, con la esperanza de que llevase el desayuno cada mañana, me dijo un día que había encontrado la famosa GOFRERA DE LOS 8 EUROS DEL LIDL, pero que la tenía en el coche. "¿Quéeeee?" contesté yo con cara de niño recién despertado el 25 de diciembre. Casi le pido las llaves del coche y bajo a por ella, pero ganó el lado bueno de mi conciencia y me contuve... Al final subió el paquete y por fin pude ver la tan deseada caja, con la foto de la "sandwichera con pinchos". Me preparé para abrirla: mangas remangadas, babero puesto para la baba, pero ¿quién me podía preparar para la decepción que me iba a llevar?. La respuesta es nadie, nadie pudo evitar la cara de tonta que se me quedó al ver que alguna mala persona, que todavía anda por ahí suelta, ¡había cambiado mi objeto de deseo por una vulgar sandwichera con dibujos de personajes de disney o algo parecido! ESO NO SE HACE. Se puede atropellar a alguien en el coche por un despiste, o por una sobredosis de whatsapp, pero cambiar una gofrera por semejante atrocidad....NO.
Conclusión: volvíamos al principio y cada vez que visitaba el dichoso lidl veía algún aparato o molde apañado, pero ni rastro de la gofrera. Este año una semana antes de mi cumple (17 de abril) casualmente volví al tema de la gofrera. Juro que fue casual, no tenía NADA que ver con el hecho de que una semana después me haría súper feliz abrir una caja que escondiese la tan preciada gofrera. Aquello ya se convirtió en la coñá del café: ¿a que no me traéis una gofrera? yo, visto lo difícil que había sido mi búsqueda, lo daba por imposible, pero como vacilar es gratis, ahí seguía, dandoles la tabarra a los pobres que me aguantan todos los días.
Finalmente el 17 llegó y en el desayuno no hubo gofrera - lo sabía, pero cuando a las 10.30 o así fuimos a por el café de media mañana (o redesayuno como lo llamo yo), aparece una amiga con una bolsa del ganso....¿Una bolsa del ganso? ¿de la marca esa de las camisas y las deportivas pijas? ¿Me han comprado unas deportivas? "Ana, es normal, la gofrera no hay gitano que la encuentre, encima que te han comprado algo, pon buena cara, pedazo de desagradecida" me decía a mí misma. Me acerqué a por la bolsa y empecé a fijarme bien en el paquete: ¿tenía aquello una forma rectangular sospechosa? Si. ¿Pesaba más de lo que pesan unas zapatillas? Si. Uy madre, esto pinta bien...no sabéis lo contenta que me puse cuando, al quitar el papel de envoltorio (aishhh hasta me lo envolvieron) descubrí por fin ¡¡mi sandwichera con pinchos!!. Los pobres la habían tenido que comprar a una tienda en Francia por ebay porque aquí no había manera... Me hizo una ilusión que no os lo podéis imaginar - estuve todo el día dando brincos como una niña pequeña con una sonrisa de oreja a oreja.
Conseguida la gofrera y después de semejantes numeritos, lo que tiene delito es que a 24 de junio solo he usado la gofrera dos veces....lo sé, soy lo peor, pero a juzgar por el ritmo de entradas de estos últimos meses el horno tampoco ha estado muy activo... El primer intento no fue del todo digno: quería conseguir el gofre belga perfecto, como los del pain quotidien: el tipo de gofre que no necesita NADA: que tiene un sabor especial y esos trocitos de azúcar cristalizado y que hace que todo huela a gloria bendita en 1km a la redonda... He dicho que quería, no que lo hiciera, ¿no? Busqué una receta de gofre de lieja (es lo que pone en el paquete del pain quotidien...) e incluso idee un método para cristalizar el azúcar basado en la experiencia del roscón de reyes: me puse cual científica, mojé algo de azúcar con un poco de agua y lo desperdigué en trozos de distintos tamaños sobre la bandeja del horno. Unos minutos en horno a no muy alta temperatura (no me acuerdo del todo...) y tuve el tan preciado azúcar cristalizado. Aquello pintaba bien, pero luego los gofres de lieja...a ver, malos no estaban, pero digamos que para comerlos solos había que tener hambre...y es que estoy llegando a la conclusión de que los gofres se dividen en dos categorías: los industriales, que llevan todos esos aromas buenos buenísimos y los artesanales de casa, con los que hay que resignarse a echarles algo de gracia por encima, cual tortita americana (pero perforada) : sirope de arce, nutella, chocolate...
Esta semana ya, resignada, me adentré en el mundo de los gofres caseros, dando por perdidos los "de mentira" y oye, estos también tienen su gracia. Como para todo lo "casero-orgánico-natural" tiro del libro "Good to the Grain", esta vez no fue una excepción. Elegí unos gofres con harina de avena y sirope de arce y la verdad es que se notaba el saloncillo dulzón de la harina y del sirope, lo cual, combinado con la textura ligera gracias a las claras montadas y la levadura...mmmmm creo que los voy a repetir.
PD: AVISO A NAVEGANTES: la combinación de una masa con levadura y claras montadas con una gofrera mal cerrada resulta en una abertura explosiva y repentina de la misma a media cocción.
Me estoy dando cuenta de que ya casi he completado la metamorfosis entre niña normal y friki gourmet. La transición empieza, como siempre, con uno mismo: te empiezan a llamar más la atención los moldes o los libros de cocina que las camisetas de zara (tranquilo Amancio, te sigo siendo fiel y no creo que ni aún completando la transición al frikismo gourmet deje de hacerte visitas semanales porque lo nuestro va más allá: lo nuestro es un idilio). Lo dicho, que empiezas a entrar en zara home (ves Amancio, aunque me desvío un poco, sigue siendo tu imperio el que visito religiosamente) además de en zara, oysho, uterque y demás.... Poco a poco la gente lo va notando y los regalos de cumpleaños van variando: pasan de ser un vestido y una pulsera a un vestido y un platito mono, o una camiseta y un soplete. Entonces llega la etapa de la reorganización de armarios porque la cocina se te queda pequeña. Empiezas ocupando una balda de un armario, pero aquello es el principio del fin porque sabes que hasta que no te hagas con el armario, nunca estarás satisfecha. Yo ya uso los platos de colores que compro o me regalan como objetos de decoración: no hay superficie lisa y horizontal en casa que no tenga un cuidado montoncito de platos "que pegan". Ay Dios, según lo escribo ¡me doy cuenta de la gravedad de mi enfermedad!
Seguimos con los síntomas: cada vez invitas a más gente a comer/cenar/merendar a casa y ya no te vale con poner el mantel cutrelux o los manteles individuales, ¡no! Ahora hasta pones un jarroncito con flores, combinas los platos (porque, al contrario de lo que haría tu madre o tu abuela tú no tienes dos dichosos platos iguales, ni de color, ni de tamaño) y ya el sumum es cuando en lugar de sacar un trozo de queso y salchichón a la mesa, te dedicas a hacer una escultura encima de una tabla de madera para que quede "muy mono". Por no hablar de las 50 fotos que haces cuando todo está preparado (y caliente) y no dejas que nadie toque nada hasta que no esté frío y tú ya hayas hecho todas tus fotos.
Yo creo que ya me he metamorfoseado completamente. Por eso ahora la gente sabe que más que un bolso de 300 pavos, me hace ilusión una gofrera del lidl de 8, o unos trozos de ruibarbo. Por eso, cuando mis padres estuvieron en Venecia, trajeron dos paquetitos de pasta, de esta que de lo mona que es, no sabes si cocinarla o si sacar al niño que llevas dentro y ponerte a hacer las manualidades horribles de macarrones que hacías para el día de la madre en el colegio. La verdad es que nunca he sabido a qué mente brillante se le ocurrió que pintar macarrones de plateado y colores similares y pegarlos a una cartulina le iba a gustar a alguien....que ya, que ya sé que la cuestión está en que el niño de turno le dedique tiempo a pensar en su madre, pero joe, ya puestos, ¡que haga algo que merezca la pena!
Descartada por tanto la idea de las manualidades ochenteras, opté por cocinarlos. En casa solo tenía un manojo de espárragos trigueros, pero después leer unas cuantas recetas italianas y de ver unos cuantos vídeos, te das cuenta de que los Francescos del mundo todo lo solucionan a base de un poco de mantequilla, vino blanco y parmesano. De hecho yo creo que seguro que hay una pasta que solo lleva esos tres ingredientes. Ojo, a mi no me gusta el vino, pero reconozco que sin el vino no es lo mismo: es lo que distingue la pasta que comes en un viaje a esquiar cuando os metéis 10 en un apartamento y la pasta que puedes comer en cualquier restaurante italiano. Ya lo decían los borrachos: "con vino todo sabe mejor".
Yo tenía un manojo de espárragos trigueros, así que eso es lo que añadí a la santa trinidad del parmesano-vino -mantequilla. Para el que, como yo, a la hora de la comida está buscando justificaciones para merendar algo dulce, que sepáis que este plato debe llevar el 70% de la cantidad de verdura diaria recomendada: el paquete dice que para teñir la pasta de verde le han añadido espinacas, así que podríamos hasta decir que es pasta con espárragos trigueros y espinacas...y la franja rosa SEGURO que es con remolacha - SEGURO. Porque chicle boomer no creo que hayan usado.... Así que tranquilo/a, que tienes todo el derecho del mundo a comerte un trozo de bizcocho para merendar. Y si estás ya harto/a de tanto cartel de operación bikini, yo he encontrado la solución a otro de mis problemas: la falta de fuerza de voluntad en cuanto a los dulces se refiere. Cada vez que te apetezca un dulce, ponte a mirar un anuncio de esos asquerosos que hace hm todos los veranos con la modelo esa asquerosa luciendo biquinis de 4 euros de hm que hace que parezcan de la perla (a ti por mucha verdura que tomes y mucha zanahoria para ponerte morena NUNCA te van a quedar así) o si no ponte este video y:
a) disfruta de la canción y del cantante (suspiro suspiro)
b) con la rubia lo mismo que con la de hm: deja el donut y coge la fruta, que por lo menos en esta época ¡hay variedad!
Farfalle Tricolore con Espárragos
Trigueros
Pasta – en este caso, farfalle
Un manojo de espárragos trigueros
Un dado de mantequilla
Un buen puñado de parmesano
Un buen chorro de vino blanco
Me parece a
mi que ya es hora de que empiece a pesar las cosas cuando hago recetas saladas,
pero más que una receta son indicaciones…
1.Hervir
el agua con abundante sal y cocer la pasta.
2.Mientras
tanto freir los espárragos con poco aceite, es más bien hacerlos a la plancha,
primero a fuego medio y al final a fuego fuerte para que cojan más sabor.
3.Retirar
los espárragos y sazonar. Mientras tanto añadir la mantequilla a los restos de
aceite de la sartén y el vino. Dejar evaporar el alcohol. Devolver los
espárragos a la sartén con la salsa.
4.Cuando
la pasta esté lista, añadir, junto con el parmesano a la salsa y remover bien.
En casa de mi madre, como en todas las casas españolas, siempre ha habido dos libros de cocina: "Las 1080 recetas de Simone Ortega", archiconocido, architraducido y archi- ilustrado y otro libro mítico que tenía tapas duras y un dibujo con tonos verdes, blancos y amarillos que se titulaba "Cocina". No me acuerdo del nombre del autor/a, pero el título no dejaba mucho a la imaginación...De todas formas de pequeña no estaba yo muy puesta en estos menesteres, porque andaba convencida de que Simone era un hombre y de que un "café au lait" era realmente un "café olé"...si, me da vergüenza decirlo y la verdad es que ahora no sé qué ingrediente "flamenco" hacía que el café se convirtiese en algo digno de un "olé", pero se ve que tanto Oliver y Benji y tanto chicho terremoto me tenían un poco trastornada...
Como a mi esto de cocinar me ha gustado desde pequeña y es probable que el chocolate me gustase incluso antes de asomar la cabecita el cabezón (pesando 4.150kg a aquello cabecita lo que es cabecita no se le podía llamar...), cuando éramos pequeñas mi hermana y yo solíamos hacer esta tarta de chocolate del libro de las tapas negras y autor desconocido. En realidad imagino que nosotras estorbaríamos y mi madre lo haría, porque oye, era de las tartas para las que ¡hasta había que batir claras a punto de nieve!.
Tanto mi hermana como yo la recordamos como un bizcocho suave con "LA COBERTURA". Cuando digo "LA COBERTURA" me refiero a que si eres, como nosotras, un/a amante de los donuts fondant, esta tarta te va a volver loco/a. Si encima la metes unos segundos en el microondas antes de tomártela para que "LA COBERTURA" se reblandezca un poquito....entonces querrás haber hecho la mitad de la receta porque aún estando solo/a en casa sabes que te va a llamar, que estés donde estés y hagas lo que hagas, vas a volver a la cocina a por un trocito más hasta que no quede nada. Y es que amigo/a, de vez en cuando hay que dejarse de dietas y de tonterías y rendirse al encanto de "la inglesa".
Por cierto, la receta de hoy va comentada porque es increíble que algo tan fácil lo hagan parecer tan peñazo. Aunque pensando bien, si haciéndolo en plan chapuzas como lo he hecho yo, si lo llego a hacer como dice el autor anónimo....
Tarta de chocolate “a la
inglesa”
Bizcocho
100gr mantequilla
100gr azúcar
175gr chocolate
75gr harina
4 huevos
1.Rallar el chocolate sobre un
plato.
2.Batir la mantequilla en un bol
durante unos 10 minutos (me parece un poco exagerado…), añadir el azúcar y
seguir batiendo otro rato (este quiere que te tires toda la tarde con la
tartita – con un par de minutos más ¡va que se chuta!
3.Añadir las yemas de los huevos, e
incorporar a la mezcla anterior.
4.Añadir el chocolate rallado y
mezclar.
5.Añadir la harina tamizada, remover
durante unos 10 minutos (otra vez, ¡qué exageración! No me extraña que el autor
no ponga el nombre…)
6.Batir las claras a punto de nieve
e incorporar con cuidado a la mezcla.
7.Cocer en horno moderado (salado…yo
lo metería a unos 180ºC) durante unos 35 minutos, o hasta que un cuchillo
insertado en el centro salga limpio.
Cobertura
100gr chocolate
150gr azúcar (esto ya tiene
mejor pinta)
6 cucharadas de agua
1.Derretir el chocolate en un bol.
2.En un cazo hervir el agua con el
azúcar hasta alcanzar el punto de hebra (en teoría esto es cuando al levantar
la cuchara cae un chorro continuo del jarabe, pero para mí es como “los usos
del se” en clase de lengua: me parece que el chorro siempre es igual de
continuo o discontinuo…
3.Alcanzado este punto, verter sobre
el chocolate fundido poco a poco y remover hasta conseguir la consistencia
deseada (a medida que se va enfriando) para bañar el bizcocho.