sábado, 29 de octubre de 2011

martes, 25 de octubre de 2011

Las prisas y la fuerza de la gravedad


Whole Kitchen en su Propuesta Dulce para el mes de octubre nos invita a preparar un bollo clásico francés: un brioche. En mi caso, la ecuación que resume mi "brioche" es:

Prisas + fuerza de la gravedad + levadura congelada = de todo menos un brioche en condiciones







Ayer, mientras reposaba la masa en la nevera fui escribiendo estas líneas idílicas:
Llevo tiempo sin hacer bollos porque cuando vas justa, los tiempos de levado, reposo y demás son un rollo, pero al hacer el brioche me han dado ganas de retomarlos porque en realidad no llevan tanto tiempo, solo un poco de organización y porque donde haya un buen bollo, ¡que se quite un cupcake! (en general...)

En mi época "bollera", recurría al maestro en la materia para todos estos temas: pepinho, y por eso hoy he vuelto a tirar de él. Cotilleando en su índice de recetas, he visto estos brioches de frutas confitadas y me he dicho: éstos! (-las frutas confitadas + chocolate y pasas)


A medida que avanzaba la tarde, todo se complicaba, la cosa dejó de ser tan idílica:
Me da una rabia cuando tienes una idea y ves que por tonterías la cosa se va torciendo irremediablemente hasta acabar en el desastre… Lo tenía todo planeado: iba a hacer el brioche en la flanera para que quedase una base con la forma del molde y una parte inflada en el medio preciosa. Como el que habéis puesto en la página de Whole Kitchen... Iba a comprar cartulina negra en la papelería, tizas para escribir brioche, cual pizarra y una vela, a pesar de no ser el cumpleaños de nadie. La razón de la celebración podría ser el estreno de la KA.
 Todo empezó a fallar en el momento en el que saco la levadura de panadero del congelador (en el que debía llevar más de un año) y veo que está llena de cristalitos de agua congelada, osea, hielo. Bueno, pongo un poco más de lo que dice la receta por si acaso y la caliento un poco con las manos para intentar derretir los glaciares que tenía pegados.
Siguiente fallo: los tiempos. Los bollos no son difíciles de hacer, pero hay que respetar los tiempos y ¿qué hice yo? pues más bien pasármelos por el forro. ¿Que tiene que estar la masa más de seis horas en la nevera?, pues la dejo dos y media. Total, una vez está la cosa fría, ¿cuánto más fría se puede poner si sigue en el mismo sitio? Y si la levadura a baja temperatura no actúa, ¿qué más dará que no actúe durante 2 horas que durante 6? Pues se ve que encadenando errores así, todo se nota...
Luego pongo parte de la masa en la flanera – no mucho, pensando que aquello subiría una barbaridad, y relleno tres moldes de magdalena. El problema es que los relleno hasta arriba, y claro, cuando el volumen crece, teniendo superficie horizontal, ¿para qué va a tomarse la molestia de subir hacia arriba, creando la cúpula perfecta con la que soñaba? Si es que Ana, esto es física de parvulitos: el volumen aumenta hasta ocupar el espacio del recipiente en el que está y algo llamado gravedad empuja hacia abajo.
Luego para colmo, como mi cocina era una nevera, decidí hacer el proceso de levado en el horno. Pero como la temperatura más baja de mi horno son 50 grados y no sabía si aquello sería demasiado, anduve jugando a: enchufo el horno, lo desenchufo, abro la puerta a ver, la cierro…Vamos, ya lo que le faltaba a mis tristes intentos de brioche, que se inflaban un poquito y se desinflaban un muchito con cada ciclo de tontería de la supuesta cocinera. Ya para rematar, al pintar con el huevo, voy y pincho uno de los brioches…
El resultado: tres setas muy feas y el engendro de la foto que no es ni bizcocho, ni brioche. Con las ganas que yo tenía de hacer este reto….Bueno, como otra cosa no, pero cabezota soy, un día de éstos pruebo y ¡vamos que si me va a salir un brioche hermoso! Voy a usar levadura reciente, respetar los tiempos y dejar levar a los brioches tranquilitos…

Sigo sin poder comentar en mi propio blog....¡cómo me gusta la informática!

comentario que iba a poner: Gracias por los ánimos, pero me temo que tendré que hacerlo otra vez: el primer día estaba bueno, pero ahora se ha quedado seco y triste...jajaja
La receta es un copia y pega de la de pepinho:
Brioche


25-30 ml. de leche templada (30-35º). Podríamos sustituir parte de la leche por agua de azahar.
10 gr. de levadura fresca de panadería.
200 gr. de harina de fuerza (de pan) + la necesaria para que no se pegue la masa a las manos.
5 gr. de sal.
35 gr. de azúcar.
1 cucharilla de vainilla en polvo.
Ralladura de ½ naranja.
110 gr. de huevo semibatido (2 pequeños). El sobrante lo usaremos para pintar los brioches.
120 gr. mantequilla a temperatura ambiente y cortada en trozos pequeños.
50-100 gr de frutas confitadas
Opcional: trocitos de chocolate, uvas pasas sultanas remojadas en ron y/o almendras troceadas para espolvorear.

1. Diluimos la levadura en la leche hasta disolver totalmente. La leche debe estar a temperatura ambiente o ligeramente templada, si estuviese caliente “mataría” a la levadura, dejando de tener efecto. En un cuenco grande o tartera (si disponemos de amasadora lo haremos mejor a máquina) tamizamos la harina con el azúcar, la sal y la vainilla en polvo. Rallamos la naranja sobre la mezcla. Añadimos la leche con la levadura y los huevos. Amasamos con una cuchara de madera (o manos, o -mejor- a máquina) hasta que la masa se despegue de las paredes del recipiente.2. Añadimos poco a poco la mantequilla troceada, amasando bien hasta que haya sido admitida en su totalidad. Debe amasarse lo suficiente como para que no se pegue a las pareces del recipiente. Si fuese necesario añadiremos un poco de harina, muy poca. Envolvemos en película de cocina y llevamos al frigorífico un mínimo de 6 horas, así podremos trabajarla con mayor facilidad y no tendrá correa.3. Pasado ese tiempo cogemos porciones de la masa, las estiramos ligeramente y repartimos una cucharada de frutas confitadas y otros rellenos. Cerramos formando bolas. Dejamos reposar en lugar templado sobre una bandeja con papel de hornear hasta que doblen su volumen. ¡Lo doble!, hay que tener paciencia.

4. Cuando hayan doblado su volumen pintamos con huevo batido y espolvoreamos (opcionalmente) con almendras troceadas. Los introducimos en el horno precalentado a 190-210º, dependiendo del grosor del brioche. Cuanto más pequeños mayor temperatura y menor tiempo de cocción. Retiramos cuando hayan adquirido un tono dorado.









domingo, 23 de octubre de 2011

¡¡¡Por fin!!!

Estoy como una niña pequeña el 6 de Enero o el 26 de Diciembre. Como cuando te levantabas y veías la cocinita que querías y te tirabas todo el día cocinando el pescadito de plástico que venía en el lote y removiendo en las cazuelas de plástico. Además hay gente a la que, aunque le regalen su capricho más preciado, dice gracias, pero ni se inmuta. Pues yo soy al revés: a mi me gustan hasta los bolis de propaganda. Con lo cual ayer, cuando por fin conseguí mi tan deseada Kitchen Aid, estaba como si me hubiese fumado 4 porros, tomado unos cuantos alucinógenos, mezclados con unos cuantos red bulls (pero sin el ingreso consecuente en un hospital). Yo creo que la gente toma antidepresivos porque las kitchen aids salen un poco caras, pero no porque hagan más efecto.


Pero como todo lo bueno, no ha sido fácil y  el aparatito se ha hecho de rogar. Vamos, que "La Odisea" comparada con la historia de la kitchen, es cosa de niños.







Llevo varios años babeando cuando veo a Nigella, a Sophie Dahl en sus cocinas preciosas, con sus kitchen aids en colores pastel. Cada vez que paso por la calle Hermosilla, me meto en Federica&Co para ver la kitchen aid blanca, y vuelta a babear. ¿Por qué no me la he comprado hasta ahora? Pues porque en realidad soy consciente de que no hace nada que no pueda hacer yo solita y cuesta un pastizal. Y encima el pastizal en Europa es el doble que en Estados Unidos. Por eso empecé intentando comprarla por Amazon, pero no me dejaban. Luego decidí esperar a ir a Nueva York para comprarla allí, pero sigo esperando... Hasta mi tía, que se fue a Chicago este verano se unió a la cruzada.



Al principio me daba un poco de palo que la pobre mujer anduviese buscándola, cargándola y demás, pero me dijo que si le buscaba alguna tienda del centro donde la vendiesen, me la traería. Total que le mandé un mail con el modelo, los centros comerciales donde las vendían y una lista de colores por preferencia. Lo último parece fácil, pero son todas tan monas... Cada día tengo más claro que a veces es mejor no tener opciones, a tener que elegir entre muchas opciones buenas. Al final me decidí por los tonos pastel.






En el avión de ida, además de estudiarse la guía de Chicago, mi tía tuvo tiempo de hacerse una experta en temas de amasadoras, y para cuando llegó allí, se sabía de memoria el modelo, la capacidad del bol, los colores y lo que hiciera falta. El segundo día que estuvo allí compró la rosita. A estas alturas estaba ella todo contenta pensando que no había sido tan difícil la cosa, y en lo conteta que me pondría yo al verla. Los problemas empezaron al llegar al hotel: mi querida amasadora no cabía en su maleta....Ella, mentalizada a traérse el bicho, se fue a comprar una maleta más grande. A estas alturas de la historia, cuando me la contaba a la vuelta, yo no sabía dónde meterme, ¿cuántos viajes había hecho la pobre mujer por mi caprichito?¿ que maleta habría tenido que comprar?. La que usa Lebron James para sus zapatillas por lo menos, porque el trasto es un rato grande.







Superado el problema del espacio, y metida la KA en la mega maleta, se dió cuenta del detallito de la diferencia de corriente/voltaje o lo que sea entre Europa y Estados Unidos.¡¡¡¡ Mierrrrrda!!!. Aún así, ella no se rendía, así que inició la búsqueda del adaptador. A estas alturas estaba claro que esto, como toda tragedia griega, no podía acabar bien. Los dependientes le dijeron que en el momento que se enchufaba la KA a un elemento externo se perdía la garantía, y por no arriesgarse, la pobre tuvo que darse otro paseo para devolver la dichosa maquinita. Yo cuando me lo contaba se lo agradecí igual que si me la hubiese traído. Lo que no sé es cómo no le entraron ganas a ella de mandarnos a mí y a la kitchen a freir espárragos...



Vistas las dificultades y que a este paso llegaba a vieja sin kitchen aid, al final he optado por la opción más fácil: comprarla en blanco (que además de ser mona, le va a todo) y en El Corte Inglés. Lo único malo es que ayer nos tocó a mi hermana y a mi sacar al machote que llevamos dentro para cargarla desde El Corte Inglés hasta casa. ¿Cómo lo resolvimos?. ¡Haciendo relevos!. ¿Para qué vamos a coger un taxi como una persona normal?. ¿Qué son 2/3 euros cuando te has gastado este pastizal?. Pues nada, cada una aguantaba varias manzanas y cuando veíamos un banco, nos pasábamos el muerto, y así hasta llegar a casa. En un momento creía que me quedaba sin brazos, pero ¿qué no es capaz de hacer una madre por su hijo?jajajajajaja


Como no puedo comentar ni en mi propio blog porque no sé qué pasa, lo pongo aquí: Ya la he estrenado!!! Estoy más contenta! Es tan mona... cada vez que paso por la cocina, echo un ojo, un suspiro y qué felicidad!!
(madre mía, qué superficial soy: ¡es un objeto!

lunes, 17 de octubre de 2011

Otro bizcocho de plátano!




Ya está Murphy haciendo de las suyas... Desde que tengo el libro "Good to the grain", me paso el día con ganas de hacer todas las recetas, pero entre que todas son con harinas, llamémoslas no convencionales (en castellano: de las que no hay gitano que las encuentre), y que hay una cantidad increíble de recetas de gofres y la menda sigue sin tener la gofrera de 8 euros del lidl, me quedo siempre babeando. Habré leído, releído, visto y revisto el libro de cabo a rabo unas 10 veces por lo menos.






La semana pasada decidí tomar las riendas de mi vida y entré en el herbolario dispuesta a gastarme el sueldo en las harinas estas dichosas. Lo que no sabía es que hacía falta un master para encontrarlo todo. Para empezar llego al estante de las harinas pensando en las del libro que, obviamente están en inglés: buckwheat flour, rye flour, amaranth flour, quinoa flour. Y yo pensando: vale, quinoa en inglés es igual que en español, pero del resto ¡no tengo ni la menor idea! El cielo se iluminó cuando descubrí un estante con unas bolsas en las que venían los nombres en los dos idiomas. Entonces respiré tranquila porque he llegado a la conclusión de que los nombres los hacen a mala idea: buckwheat es de sarraceno...¿en qué momento? Con lo fácil que es que spelt sea espelta....






En fin, superado el trago de las harinas (metí 4 paquetes en la cestita), me dirigí a la zona de las mieles,  los azúcares y demás en busca del dichoso "muscovado sugar" porque tengo fichado un bizcocho del libro que lo lleva y que tiene una pinta que te mueres. De mi cultura gastronómica (los vídeos de youtube de Nigella) sabía que este azúcar era más oscuro que el azúcar moreno normal y más pegajoso, con lo cual en cuanto vi una bolsa con algo que se le parecía, me fui directa a ella. Aún así para aclararme, pregunté a la chica del herbolario. Ésta, al revés que el chino del otro día, parecía que cobraba por no vender porque no me decía ni a tiros que era la que yo buscaba. Venga mujer, que con el tiempo que llevo buscándolo y las ganas que tengo de comprarlo, ¡solo necesito un empujoncito! Vamos, que al final estaba yo convenciéndola a ella de que era lo que buscaba: que si, hombre, que me han dicho que es un azúcar más oscuro y pegajoso que el normal, y la otra venga que no. Me dio igual, me fui a la caja todo orgullosa, me dejé medio sueldo y me volví para casa todo orgullosa, pensando que no había harina que me faltara en la despensa...






...Hasta que me pongo a leer la receta del dichoso bizcocho de azúcar muscovado y veo que ¡lleva una harina que no había comprado! arggggg No pasa nada, tengo plátanos semi podridos en el congelador y unas nueces bien buenas que nos trajeron del pueblo la semana pasada, así que hago el de plátano y nueces y tan contenta. ¡Pues no! Tan contenta no, porque éste lleva harina de quinoa...y ahora se me viene a la mente el momento en el herbolario en el que pensé que esa no la cogía porque tenía una bolsita de quinoa de otro experimento anterior. Entonces se me ocurre pulverizar el cereal en el molinillo del café para conseguir harina, porque ¿no es eso lo que hacen los molinos? Pero cuando he probado con un poco y queda con una consistencia buena, me acuerdo de una receta en la que lei que la quinoa había que lavarla para quitar un recubrimiento, que ya no me acuerdo si sabía mal, o si era malo, antes de cocinarla. Vamos que esto del bizcocho empezaba a no ser "una actividad relajante", con lo cual para evitar sorpresas en el sabor final, decidí echar harina de avena y salío buenísimo, pero por favor, que alguien me aclare si puedo moler quinoa o no porque a este paso no hago NUNCA una receta del libro tal cual aparece...





Otro cambio respecto a la receta fueron las nueces. ¿484 gramos de nueces? Si las tienes peladas, puede que si, pero yo me tiré más tiempo en pelar unos 250gr que en hacer el resto del bizcocho, además de agotar las existencias de las nueces del pueblo y del supermercado que tenía en casa. También le puse un poco de azúcar glas mezclado con leche por encima una vez estaba frio. El bizcocho realmente no lo necesita porque con los plátanos está dulce y tiene una miga que no se queda nada seca, pero me encantan las nueces con la cobertura dulce.

Cualquiera dirá que no se fia de que de mi bizcocho sepa como el original y tendrá razón. Lo que sé es que este está bien bueno y el original estoy segura de que también. Y por favor, si alguien entiende de estas cosas, que me ilumine que si no me veo haciendo apaños hasta mi próximo viaje al herbolario... Esto más que un blog de cocina parece un blog de cómo no cocinar....jajajajaja


Bueno, en plan positivo os dejo con esta canción que descubrí ayer de mi querido Joshua Radin. Si no habéis oido "Sky" nunca, también merece la pena (por decir una)





sábado, 8 de octubre de 2011

Me meto en unos embolaooos....

Os dejo con las fotos, la historia y la receta mañana que no me da tiempo!!!

Al final mañana se ha convertido en unos cuantos días, como era de esperar...Además cuando empecé a escribir la entrada esta mañana, se quedó colgado el dichoso explorer y lo he perdido todo - arggggg

Percances y retrasos aparte, el experimento de tarta y los platitos con el brownie lo hice para la fiesta que hicieron el sábado pasado mis abuelos para celebrar sus 60 años de casados. 60 años de casados más que una tarta y una fiesta se merece un monumento, pero como hoy por hoy escultores no hay en la familia, Toribio y Emiliana se tuvieron que conformar con una pequeña fiesta con los más allegados (unos 50...).






¿Mi parte en todo esto? Pues aparte de ayudar a mi madre, era ser la cómplice de mi abuelo, aunque al final resultara un fraude. Todo empezó un domingo tranquilo de agosto a la hora de comer. Para entretenerles, este verano mis padres se llevaban a mis abuelos a comer con nosotras a un restaurante los sábados y los domingos. Más que nada para que tuvieran algo que contar a sus respectivas pandilla del parque o de las cartas el lunes. ¿El problema? Que nos sentaban a todos en una mesa redonda, que ni los caballeros del rey Arturo y el pobre Toribio que está más sordo que una tapia, no se enteraba casi nunca de nada.






Un día de estos le veo (al otro lado de la mesa redonda) guiñándome el ojo y haciéndome gestos de: tú yo yo hablamos luego... Porque es mi abuelo, que si no ¡habría pensado que estaba ligando conmigo!. Total que después de varios minutos de semejante cortejo, y de decirme que teníamos que hablar de un "asunto" nosotros dos, me lo llevé de paseo para que no se enterasen el resto de comensales (cosa difícil, teniendo en cuenta los ademanes del caballero, pero bueno).


Por aquellos entonces, mi madre, mujer previsora donde las haya, ya tenía planeada toda la fiesta, había avisado a los primos/as y demás, concertado el menú, etc etc y los tres estaban con el tema de la fiesta un día si y otro también. Toribio hasta estaba pensando en cuándo cortarse los cuatro pelillos blancos que le quedan para llegar el 8 de octubre con el look perfecto. Lo que no sabía es el encarguito que me iba a hacer...






Por eso cuando me dice que le haría mucha ilusión que, sin decirle nada a nadie, mi hermana o yo dijésemos "algunas palabras" en la fiesta, casi me da algo. ¡¡¡Toribio!!! ¡¡si me muero de la vergüenza ajena en cuanto oigo el chin chin en las películas!! ¿Cómo voy a hablar delante de 50 personas? A mi ya se me subían los colores y me veía o riendo o llorando... Tengo que reconocer que por si acaso me libraba (estratagema sucia donde las haya), le pregunté si de verdad le hacía ilusión lo del discurso, pero viendo la carita que me puso y
 lo bueno que es, ¿cómo le iba a decir que no?

Así que llegué a casa y me dispuse a informar a la cómplice del encarguito. Mi hermana en cuanto me oyó lo vió claro: si soy cotorra para hablar hasta debajo del agua, soy cotorra para esto también. Yo como ya veía que tenía la batalla perdida, me resigné y acepté la derrota.






Pasaban las semanas, y yo pensaba en cosas que decir, pero ni escribía nada, ni practicaba nada y me faltaba tiempo para todo, pero Toribio se ve que no pensaba en otra cosa porque hasta me llamaba para preguntarme por "nuestro asunto". Yo ya no sabía dónde meterme. Le decía que tenía algo, pero que no lo había concretado todavía y que la semana siguiente lo tendría. Colgaba y me entraba el sentido de culpabilidad. Un día, hasta me mete en su cuarto con la abuela aporreando la puerta para enterarse de qué pasaba y me enseña unas cosas que había apuntado en la parte de atrás de una receta y yo sin nada preparado. Ya me sentía hasta mala persona.


Al final decidí medio improvisar y contar anécdotas de cuando éramos pequeñas, de cómo mi abuelo nos estuvo bajando a la parada de la ruta del cole (estaba a 10 metros de la puerta de casa) hasta los 16 años, de cómo mi abuela nos tenía preparada la cena a mis primos y a mi a las 5 de la tarde cuando subíamos del campamento en verano hambrientos perdidos. Y nada de lentejas, ella hacía perritos calientes, pizza, y lo que hiciera falta. De lo aburrido que debían tener los dos al pobre San José para que la niña aprobara Mecánica de Fluidos II (si, lo pongo con mayúsculas porque vaya esfuerzo tuvo que hacer el santo para que la aprobara...), o de la paliza que se pegó la abuela cosiendo cuando aparecimos un día en su casa con dos sábanas de Zara Home que habíamos comprado por 2 euros y la dijimos que entre la tres íbamos a hacer vestidos de diosas griegas, lo cual significaba que nosotras dirigíamos y la pobre mujer cose que te cose...








Pues eso, que yo tenía mi lista hecha con alguna cosa más, pero a medida que avanzaba la comida, me iba poniendo un poco más nerviosa, hasta que llegó la hora del café, me dieron una cosa para leer que ni había escrito yo, y antes de acabar ¡me decanté por llorar! Ya sabía yo que era o reirme o llorar... Conclusión: que ni conté anécdotas, ni dije lo que Toribio quería que dijese: un fraude. Sólo espero que la intención cuente y que gracias a toda la gente que vino, todo lo que prepararon y lo bien que se portaron con ellos, se lo pasaron pipa y tienen tema para pandilla de cartas, de parque, de soportales y del mercado!


La tarta resultó un cruce entre un intento de tarta a lo Maria Antoñeta y la torre de Pisa... La receta la encontré aquí, aunque reduje la cantidad de azúcar de la cobertura y metí frambuesas entre las capas y las puse para encima para que no quedase tan dulce la cosa.




martes, 4 de octubre de 2011

Pecado Original





Con las galletas de hoy no creo que nadie se sorprenda: las he visto en infinidad de páginas de internet, blogs y demás, pero llevo tanto tiempo haciéndolas y son tan fáciles, que me daba cosa no incluirlas nunca en el blog. De hecho son "las galletas" de mi grupo de la escuela: las llevé un día, les pasé la receta a Rafa y Javi, los dos más cocinillas del grupo, y de la receta original ha salido un árbol genealógico de hijos medio bastardos: Rafa las hace de chocolate blanco, Javi las hace un día hasta intentó hacerlas sin peso y sobre una rejilla en lugar de una bandeja...La receta es buena, pero ¡milagros no hace!







El resto del grupo estaba encantado porque había días de "competición de galletas": llegábamos dos con una tartera con galletas de cosecha propia y con la tontería del "cuál te gusta más", todo el mundo se sacrificaba y las pobaba todas. Ahí empezaban los debates acerca del tiempo óptimo de cocción: había quien las prefería menos hechas y jugosas, y luego estaba Javi que se empeñaba en convencernos de que las suyas, algo más secas estaban mejor...(aunque no conseguía convencer a mucha gente...jajaja)







Lo que conseguían estos dos cada vez que las llevaban era dejar un reguero de admiradoras impresionadas a su paso. ¿Aeronáutico y cocinero? Bueno chicas, aeronáutico sí, pero para mezclar cuatro ingredientes, hacer bolitas y rebozarlas en azúcar glás... cocinero cocinero no hace falta ser. De todas formas, como por lo menos se ponen a hacerlas, les salen muy buenas y en el fondo sí que son cocinillas, esto último no se dice en público y así mantenemos el secreto de las galletas en la familia y sus imágenes de Arguiñanos modernos que tanto les ha costado ganarse.